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El siglo XX también nos ha ofrecido detectives famosos, cuyo nombre se recordará pasado el tiempo. No sólo Sherlock Holmes o Hercule Poirot llenan el mundo de la literatura negra universal; sino que también, debemos tener en cuenta a Philip Marlowe, entre otros.
Él es el protagonista de esta novela; bueno, en realidad lo es de la obra de Raymond Chandler. No es un detective al estilo de sus predecesores: no es refinado, no es cuidadoso, y si tiene que usar la violencia no duda en hacerlo.
En esta novela el autor nos traslada a la ciudad de Los Ángeles, descrita como lluviosa y triste. Conocemos a Sternwood, un viejo militar al borde de la muerte y a su hija Carmen, niña mimada y perversa que llevará a Marlowe a meterse en una embrollada maraña de traiciones, juegos sucios, asesinatos y otras lindezas, para poner fin al caso que se le ha encargado.
Chandler logra un detective diferente; lleno de respuestas sarcásticas y un fino humor en sus diálogos consigue que el lector sienta simpatía por el detective; al que no le ponen las cosas nada fáciles.
Para aquéllos a los que os gusta el cine, os diré que hay versión cinematográfica homónima que cuenta con buenas críticas; así como la novela.