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Se me hace difícil afrontar esta reseña porque, a decir verdad, no sabía qué me iba a encontrar tras esa portada. Me comentaron que Murakami no era fácil del todo, que su literatura era para masticar despacio y saborear, pero prefiero daros mi opinión al respecto.
Nuestro protagonista es Watanabe, un adulto de más de treinta años, que al llegar a un aeropuerto europeo escucha una canción, una canción que le hace retroceder casi veinte años. Watanabe nos lleva al Tokio de los últimos años de la década de 1960. Allí conocemos a un adolescente que queda traumatizado por la muerte de su mejor amigo. A partir de ahí, el narrador y protagonista nos cuenta cómo son esos años, su vida en la universidad, y cómo se enamora del que sería el amor de su vida.
Hasta aquí el argumento no cuenta nada especial. Lo que importante, bajo mi punto de vista, es el desarrollo que Murakami hace de él. La sociedad japonesa es muy tradicional y él habla de sexo sin ningún pudor, dando detalles y tratándolo con mucha naturalidad. Quizá, si este libro se hubiera escrito un siglo antes, su autor estaría en la cárcel, o en algún sitio peor.
Debo decir que la novela me ha gustado, engancha, atrapa, pero a mi modo de ver, utiliza demasiado sexo en gente muy joven. Los protagonistas no superan los veinte años de edad en su mayoría y viven como adultos de treinta o cuarenta. Estos dos detalles son los que me resultan chocantes en una sociedad tan tradicional como es la japonesa. Sí, ya sé que todos evolucionamos, pero unos más despacio que otros.
Pero volviendo al argumento, me gustaría decir que a Watanabe se le describe como honesto, buena persona y trabajador, pero flaquea en cuanto a fuerza de voluntad se refiere. Vive rodeado de gente con importantes problemas psicológicos, que les llevan al suicidio (otro tema complicado en Japón). Todo esto termina pasándole factura, y le acarrea un final nada esperado, al menos desde mi perspectiva.
Hasta aquí la reseña de hoy. Me he extendido más que de costumbre porque, como decía, es una novela que da para mucho mucho debate.
¿Queréis conocer a Watanabe?